Cuando uno entrega su vida a Cristo, aprende a vivir en santidad como Dios quiere que viva. Después de un tiempo cayendo en pecado llega a pensar “no se puede vivir así”, y después de mucho intentos llega a decir “no puedo” y con el tiempo deja de vivir en santidad para vivir en desobediencia, y no quiere volver a vivir en santidad porque esta desanimado de haberlo intentado varias veces… es así entonces que ha caída en la trampa del pozo.
Hay frustración al encontrarse atrapado en un pozo, un pozo entre el modelo bíblico para el control de sí mismo y su propio fracaso en vivir según ese modelo.
Todos hemos experimentado es pozo entre lo que somos y lo que debemos ser.
La Biblia dice que seamos perfectos como el Padre celestial, pero en silencio suspiramos y pensamos “Nunca Sucederá”
Yo llamo a este estado de mente la “trampa dl pozo”. Así es como funciona: Como cristianos todos tenemos cierto conocimiento sobre lo que Dios espera de nosotros. Pero logramos menos de lo que sabemos que debemos estar logrando. Luego entonces existe un pozo entre lo que sabemos que se nos exige y nuestro comportamiento en sí. Si la distancia entre lo que sabemos y lo que estamos viviendo se hace demasiado grande, correctamente se nos puede llamar hipócritas.
¿Puedes imaginarte una vida en la que rompes los hábitos pecaminosos y haces verdadero progreso en la santidad? Esa vida es posible.
Sin duda, una de las cosas más frustrantes de la vida cristiana es la aparente contradicción entre lo que Dios espera que seamos y lo que nosotros, por experiencia, sabemos que somos.
1Co. 6:11 nos dice que estamos santificados y 2Co. 7:1 nos dice que estamos contaminados. Somos santos delante de Dios, pero en nuestra manera de vivir estamos contaminados, por eso necesitamos santificarnos, limpiarnos cada día.
Nuestra transformación interna es un proyecto en progreso.
La santificación es tanto definitiva (que ocurre en el momento de la conversión) como progresiva
Fuimos cambiados y estamos cambiando.
La doctrina de la santificación contesta las preguntas que ha hecho casi todo cristiano en la historia de la iglesia:
¿Cómo cambio? ¿Cómo crezco? ¿Cómo me hago como Cristo? ¿Cómo salgo de la trampa del pozo?
El significado bíblico de la palabra santificar es “apartar; consagrar”. Puede aplicarse a una persona, lugar, ocasión, u objeto. Cuando algo es santificado, es que se ha separado del uso común y se ha dedicado a un uso especial.
La palabra “santificación” ha sido usada para describir el proceso por el que pasa el creyente a medida que el Espíritu de Dios obra en él para hacerlo como Cristo. El proceso comienza en el momento en que nacemos de nuevo y sigue mientras vivamos.
La santificación quita la contaminación del pecado. Al decir contaminación queremos decir la corrupción de nuestra naturaleza que es el resultado del pecado y que, a su vez, produce más pecado.
La Biblia también describe la santificación como crecimiento en santidad. Por santidad me refiero a una devoción a Dios y el carácter que resulta de esa devoción. La santidad incluye amor y deseo de Dios[8] También incluye el temor de Dios, que John Murray ha llamado “el alma de la santidad”.[9] Habiendo sido liberado del temor del tormento eterno, el cristiano teme a Dios al enfocarse no en su ira sino en su “majestad, santidad y transcendente gloria…”[10] 10 El temor del Señor tiene en el corazón un efecto purificante y es una precondición para la intimidad con Dios.
La santidad tiene que ver con más que moralidad y celo. Surge de una unión con Cristo y una pasión por darle honra. Una persona santa quiere ser como su Señor para darle placer a Él. Quiere sentir lo que Dios siente, pensar como Él piensa, y hacer su voluntad. En pocas palabras, desea tomar para sí el carácter de Dios para que Dios pueda ser glorificado.
Fil 2:12-13 ya tenemos la salvación ahora debemos ocuparnos en ella. Ejemplo: ya tienes tu casa, ahora debes ocuparte en ella, cuidarla, mantenerla, limpiarla, etc.
Dios quiere que lleguemos a la madurez espiritual, no a ser infalibles (que no tienen errores). Madurez, “los que han logrado razonable progreso en el crecimiento y la estabilidad espiritual.”
Entonces:
– Deja de ser lo que eres, para ser lo que Dios quiere que seas.
– Toma lo que Dios quiere para ti y hazlo real.
– Pon en acción lo que sabes de Dios en tu vida.
– Toma la decisión de vivir en santidad.
Razones para salir de este pozo.
Generalmente hablando, el mundo tiene una impresión negativa de la santidad. Muchos la igualan con una existencia aburrida, que carga con una cruz vacía de gozo.
Para que Dios sea glorificado. Cuando nosotros somos santos, damos peso a lo que decimos de que Dios es tan real y maravilloso como decimos que es. Pablo nos dice que las buenas obras de los cristianos adornan la doctrina de Cristo (Tit 2:10). Hasta los que niegan a Dios son obligados a admitir su realidad cuando su pueblo anda en sus caminos.
Para tener la presencia de Dios. (Jn 14:23). Es un tremendo gozo y consuelo tener la presencia del Padre y del Hijo por medio del Espíritu Santo. Y Jesús indica que esta presencia es una presencia amorosa, no indiferente ni impersonal. Por supuesto que junto con su presencia viene su poder, que nos permite vencer los obstáculos de la vida. Además de paz y gozo.
Para tener compañerismo con otros cristianos. Si caminamos en oscuridad, no podemos gozar de auténticas relaciones con otros creyentes. (1Jn 1:7).
La verdad de Dios combinada con el ejemplo del pueblo de Dios son absolutamente necesarios para mi crecimiento espiritual. Y cuando he andado en sus caminos nunca me ha hecho falta ninguno de los dos. Nos necesitamos unos a otros en el contexto de la iglesia para poder triunfar. La santidad y la comunidad cristiana van mano a mano.
Para tener seguridad de salvación. Aunque nuestra salvación no se basa en nuestro afán de ir tras la santidad, la seguridad de salvación seguramente está conectada con ello. En su segunda epístola, Pedro exhorta a sus lectores a hacer todo esfuerzo por amontonar virtudes espirituales, añadiendo virtud a la fe y entendimiento a la virtud hasta tener en medida abundante dominio propio, constancia, devoción a Dios, afecto fraternal y amor (2P 1:5-9). Él advierte que cuando éstos faltan, la persona puede olvidar…
“…que ha sido limpiado de sus pasados pecados.
Para evangelizar. Se ha dicho que aunque el mundo no lea su Biblia, ciertamente lee a sus cristianos. Dios usa a gente santa para alcanzar a otros. No perfecta, sino santa.
Entendimiento, sabiduría, y conocimiento. Estos tesoros esperan a los que buscan a Dios de todo corazón (Pr 2:1-11). Se esconden del perverso, el rebelde, y el necio.
Ver a Dios. (Heb 12:14). Ocurrirá después del regreso de nuestro Señor cuando todo enemigo haya sido vencido y hayamos sido totalmente santificados. En ese tiempo nuestra visión de Dios será continua e intensa, sin distracción ni la conciencia de sí mismos que causa el pecado. Entonces conoceremos así como somos conocidos. No que nuestro conocimiento de Dios será completo, porque Él siempre nos revelará más y más de su infinito y maravilloso ser.
“Dichosos los de corazón limpio,” dijo Jesús, “porque ellos verán a Dios” (Mt 5:8). Esta continua iluminación de su grandeza y bondad ciertamente es la maravilla más sobresaliente que resulta de una vida de santidad.
Escrito
en 14 enero, 2015